Entrevistas Yoga Journal: Angelo Cecchi
Llegado a Europa desde Colombia a principios de los 2000 para aprender artes circenses, Angelo Cecchi nos cuenta cómo encontró en el Yoga, no solo un sistema que le permitió recuperar la salud, sino un lugar para estar en el mundo. Aquí nos habla de sus maestros y fuentes de inspiración, de su práctica personal y de la India. También nos hace llegar su ferviente deseo de que el Yoga sea esa luz que nos guía en el camino de vuelta a nosotros mismos.
*** Esta entrevista se publicó originalmente en la edición en español de la revista Yoga Journal. En cada número de la publicación (ahora Yoga Spirit) puedes encontrar jugosas entrevistas con diversas personas del mundo yoga y la aportación que están haciendo a esta disciplina ***
Aunque estos días lo podamos encontrar en Barcelona impartiendo sus populares cursos de anatomía, fisiología y biomecánica, Angelo Cecchi reside la mitad año en India, donde continúa sus estudios en Yoga y Vedanta en el Omkarananda Ashram de Usha Devi, en Rishikesh. La enseñanza de B.K.S. Iyengar a través de su linaje es parte esencial de su trabajo, que también se basa en el estudio de los yogas tradicionales y el conocimiento de la osteopatía en la biomecánica del cuerpo humano.
PREGUNTA: Háblanos de ese primer momento en que el Yoga llega a tu vida. Y de qué exactamente encontraste en la disciplina que generó el compromiso que tienes ahora.
RESPUESTA: Comencé a practicar Yoga en Barcelona sobre 2004. Antes había pasado algunos años en Milán para conseguir la nacionalidad italiana (mi padre era italiano aunque yo nací en Bogotá, Colombia) con el fin de estar legalmente en Europa y estudiar artes circenses. Por aquel entonces el circo era desconocido en gran parte de Sudamérica con excepción de algunos países como Argentina, Chile o Brasil.
No obstante, en Bogotá solía reunirme con un grupo de amigos y pasar el día entrenándonos en disciplinas como los malabares, la capoeira o la música. Recuerdo que en algunos de esos encuentros, mientras hacíamos estiramientos, uno de los participantes hacía algo parecido a Raja Kapotāsana y nos dijo: «Esto es una postura de Yoga» El Yoga era algo completamente desconocido para mí. Al tratar de imitar esa postura, ¡pensé que con el Yoga se buscaba encontrar un estado de paz estando en una situación muy difícil!
Durante los tres años que pasé en Italia tuve la suerte de conocer la vida del inmigrante. Trabajé principalmente en el sector de la hostelería, que es un trabajo que deteriora mucho porque son jornadas largas donde pasas muchas horas de pie y casi siempre llevando cosas de un lado a otro. Todo esto afectó considerablemente mi estado de salud, que ya era delicado de por sí desde que era pequeño, y la escoliosis que ya tenía de antes se me agravó.
Finalmente, en 2004 tenía todo preparado para viajar a Barcelona y retomar los estudios de circo. Había conseguido un documento que me acreditaba como ciudadano de la Unión Europea e incluso una cantidad de dinero suficiente que me permitiría pasar un tiempo en Barcelona. Solo me faltaba una cosa: recuperar mi salud.
Todo esto es importante para entender por qué llegué al Yoga y por qué, casi 20 años después, aún sigo en él con un fuerte compromiso. Cuando ya había comenzado a practicar Yoga me encontré con un libro escrito por Mircea Eliade titulado Yoga inmortalidad y libertad. En aquel momento sentí la necesidad de llorar y efectivamente recuerdo haberlo hecho, pues entendí que algo muy cercano a mí tenía que ver con esas enseñanzas. El Yoga no solo me permitió recuperar la salud; también me ha dado un lugar para estar en el mundo. Al Yoga debo ser lo que ahora soy.
PREGUNTA: ¿Quiénes son tus principales maestros/as? ¿Y tus más importantes fuentes de inspiración?
RESPUESTA: En aquellos primeros años de práctica, me acerqué principalmente a escuelas basadas en lo que conocemos como el Hatha Yoga tradicional que llegó a Occidente a través del linaje de Swami Sivananda. Recuerdo ahora los primeros libros que fueron mi fuente de estudio e inspiración; la biografía escrita por Andre Van Lysebeth, un gran ācharya de origen belga que tuvo la oportunidad de estudiar directamente con Swami Sivananda y que considero como uno de los pioneros y grandes divulgadores del Yoga en Occidente.
Desde que empecé a practicar y en los años anteriores a mi primer viaje a India en 2007, comencé a dar mis primeros pasos en el Ashtanga Yoga. A mis 27 años y habiendo tenido la experiencia del circo, me resultaba una práctica muy vigorizante y muy atractiva. Con todo este entusiasmo, emprendí el primero de siete viajes a India que terminó en Rishikesh, donde ahora me encuentro y que se ha convertido de cierta manera en mi hogar en esta tierra.
En el ashram donde estuve en aquel primer viaje conocí a un hombre de Singapur llamado Kailash, al cual recuerdo con mucho aprecio. Un día se me acercó y me dijo: «Si quieres mejorar tu práctica, busca un profesor de Yoga Iyengar», y me habló de Usha Devi, que era discípula directa de B.K.S. Iyengar y tenía una escuela en el mismo Rishikesh.
Al volver a Barcelona comencé a impartir clases de Yoga y además tuve la oportunidad de iniciarme en las enseñanzas del Yoga Iyengar de la mano de un gran profesor, y más tarde una profesora, a quienes recuerdo con gratitud. Fueron siete años de estudio y enseñanza en esta ciudad hasta que decidí regresar a Rishikesh en 2014 para conocer a la señora Usha Devi. Desde entonces, regreso cada año para pasar varios meses bajo su guía e instrucción, y a través de cuyo ejemplo aprendo también cómo llevar una vida basada en el Yoga.
PREGUNTA: ¿Cómo es tu práctica personal?
RESPUESTA: En lo relativo a la práctica me gustaría hablar brevemente de tres aspectos expuestos por Patañjali que de cierta manera me acompañan cada día: Tapas, Svādhyāya e Ishvara Pranidhāna. Como expone Patanjali en su tratado de los Yoga Sūtra, estos tres aspectos resumen las actividades del sadhaka conocidas como Sadhana Krama o Kriyā Yoga. Con esto quisiera primero denotar que un sadhaka, a diferencia de un practicante, es aquel cuya atención, intención y acciones permanecen constantemente ligadas al Yoga. Pero, ¿cómo se refleja esto en el vivir cotidiano?
En mi caso, a lo largo de estos años he podido organizar cada día de la siguiente forma: la práctica de Yogasanasa y prānāyāma ocupan gran parte de mi mañana. Esta primera parte vinculada con el esfuerzo, la voluntad y la austeridad se encuentra en el marco del desarrollo de Tapas.
Luego dedico una segunda parte al estudio del sánscrito, de los Yoga shastra y a la naturaleza del cuerpo humano. Esta segunda parte vinculada con el estudio del lenguaje, los textos que exponen el conocimiento del Ser (Ātman) y el estudio de los aspectos que configuran los diferentes cuerpos que constituyen al individuo (Jīva) se encuentran en el marco del desarrollo de Svādhyāya, que literalmente significa el estudio de uno mismo, o del Sí-mismo.
Por último, dedico una tercera parte a la enseñanza. Es decir, a devolver todo lo aprendido en las partes anteriores. La enseñanza me permite entrar en relación con los demás y ponerme al servicio de la sociedad para comunicar lo aprendido y beneficiar a quien pueda llegar lo que se está transmitiendo. Esta última parte, que encuentro estrechamente vinculada con la idea de Ishvara Pranidhāna, se trata de adoptar un compromiso, una entrega, con o hacia la Divinidad, siendo Ishvara la idea de un orden superior que dirige o controla el universo, aquello que permite que las cosas sean. Este concepto de Ishvara se ha traducido siempre a nuestras lenguas como Dios, pero para que así sea, primero debemos repensar qué entendemos por Dios en Occidente. El servicio es la clave.
PREGUNTA: Cada año pasas muchos meses en India. ¿Qué es India para ti?
RESPUESTA: Tal vez sea esta la pregunta más difícil de responder. Sigo viniendo cada año a Rishikesh y suelo pasar unos meses en la escuela que dirige Usha Devi, el Patañjala Yoga Kendra Institute, que se fundó en 1993 y fue inaugurado por el propio B.K.S. Iyengar. La escuela cierra durante los meses de lluvias en India y esto me permite regresar a Europa para impartir algunos seminarios.
Hay algo en India que es difícil de explicar. Es un país muy antiguo. El origen del conocimiento védico no se ha datado con precisión, aunque la mayoría de estudiosos lo sitúan 1500 años antes de Cristo. El conocimiento védico dio origen a cierta sabiduría que se puede resumir en los conceptos de Dharma [ley, principio], Ṛta [orden], Yoga [disciplina, unión], Māyā [ilusión, fantasía], Ahimsā [no violencia], Moksha [liberación] y especialmente Advaita [adualismo]. Estos conceptos son los pilares sobre los que se ha construido India y la tradición permanece viva en algunos ashram y kulas. Son también la base que ha formado el paradigma de la mentalidad hindú, la información que ha creado su inconsciente colectivo.
En la mayor parte de India, la gente vive en condiciones de gran simplicidad. Es un país que vive en el exterior; millones de personas realizan sus actividades fuera de sus casas, se saludan con sus vecinos, comparten sus pertenencias, aceptan sus dificultades y, sobre todo, saben sonreir. Creo que lo más valioso de India es su gente.
PREGUNTA: Esta entrevista se publicará en marzo, fue hecha en enero, al poco de comenzar el año. ¿Cuáles son tus deseos para este 2023?
RESPUESTA: Deseo que las palabras que han sido aquí expuestas sean de inspiración para todos. El Yoga es en definitiva el camino de vuelta a casa, es el Sion al que se refieren los judíos, el Edén al que se refieren los cristianos o el Shambhala al que se refieren los budistas. El Yoga es el camino de retorno a uno mismo, seguramente la más grande aventura que se puede emprender. Deseo entonces que la llama del deseo ardiente por esta aventura se encienda en vuestros corazones y sea vuestra propia luz en los años que sigan estando aquí en esta tierra. Para todos la Luz, para todos todo.