Yin y Yang yoga: ¿qué es mejor practicar antes?
Los conceptos de yin y yang vienen del taoísmo, donde se entienden como cualidades energéticas opuestas pero complementarias e inseparables. Qué es Yin y qué es Yang depende del contexto en que se encuentran.
Lo oscuro, lo frío, lo pasivo, lo profundo, la luna o la noche se suelen considerar aspectos energéticos yin. Lo luminoso, lo caliente, lo activo, lo superficial, el sol o el día serían aspectos energéticos yang.
En su libro Guía Completa del Yin Yoga (Ed. Sirio), Bernie Clark explica esta relatividad en base al contexto utilizando el agua como ejemplo: En el contexto de la temperatura, el agua caliente es yang en relación al agua fría; pero es yin en relación al agua hirviendo. Por su parte, el agua fría es yin en relación al agua caliente; pero es yang en relación al agua helada.
No hay yin sin yang, ni yang sin yin
Quienes hacemos Yin y Yang yoga no podemos entender nuestra práctica sin uno de los dos. Simplificando, podríamos decir que el Yang yoga nos aporta fuerza y el Yin yoga flexibilidad. Pero en el taijitu (el símbolo blanco y negro del yin y el yang) hay un puntito blanco dentro del lado negro y viceversa: el Yang yoga también nos proporciona flexibilidad y el Yin fortalece nuestros tejidos conectivos.
A la hora de practicar puede haber infinitos motivos para poner más énfasis en uno o en otro, o para escoger una práctica frente a la otra.
Quizá favorezcamos el Yang si:
- queremos cultivar nuestra fuerza
- nos sentimos con mucha energía
- va más con nuestra constitución
Y es muy posible que elijamos el Yin si:
- necesitamos bajar el ritmo
- nos sentimos cansadas o exhaustos
- tenemos preferencia por las prácticas meditativas
El Yin y el Yang yoga no son excluyentes sino complementarios y ocurren al mismo tiempo en distintos grados, pues yin contiene yang y yang contiene yin. En una práctica de Yang, observar la respiración y mantenerla equilibrada podría ser el aspecto yin; mientras que en una práctica de Yin, mantener la mente alerta y la presencia plena durante una larga asana de Yin podría representar su punto yang.
Yin y Yang yoga en lo físico y en lo energético
Cuando se hace Yin y Yang yoga en una misma sesión, muchas personas se preguntan cuál de los dos es mejor hacer antes. Tradicionalmente y desde el punto de vista del beneficio físico potencial, se recomienda hacer antes la práctica de Yin porque la musculatura está fría y no absorbe el “impacto” de las asanas (la tensión o la compresión), que llega mejor a los tejidos conectivos más profundos. No obstante, tras varios años de ofrecer sesiones combinadas de Yin y Yang yoga puedo decir que el feedback de las alumnas es unánime: ¡Yin al final, por favor!
En el contexto de la hora del día y en base a nuestros niveles de energía, parece tener más sentido practicar Yang por la mañana, aunque los tejidos están más fríos y algunas posturas están más limitadas (¿has notado la diferencia entre hacer Halasana por la mañana y por la tarde?). Hacer Yin por la tarde/noche relaja el cuerpo y lo prepara de forma natural para el descanso activando el sistema nervioso parasimpático (digestión y descanso) y ayudándonos a “soltar” el día. Pero si hemos estado toda una jornada de trabajo en modo sedentario, quizá tanto el cuerpo físico como el cuerpo sutil se beneficien de una práctica más dinámica con mayor movimiento.
Medicinas para el cuerpo y el alma
Entonces… ¿Antes Yin o antes Yang? Y si hay que elegir en un momento dado, ¿Yin o Yang? Sarah Powers dice que todos los yogas son prácticas para potenciar y mejorar nuestra energía vital. Yendo más allá de los meros beneficios físicos del yoga, una buena forma de decidir es reconocer qué tipo de práctica nos serviría mejor energéticamente.
Saber elegir entre las dos opciones o determinar cuál hacemos antes y cuál después implica conocernos bien y responsabilizarnos de nuestra práctica de forma que se convierta en una medicina para el cuerpo y el alma.
Lo hemos escuchado muchas veces: el yoga es medicina. Pero no una píldora prescrita por una experta que podamos tomar pasivamente sin ser partícipes conscientes de nuestro proceso de sanación y evolución. Esta medicina requiere que nos impliquemos y elijamos a cada paso aquello que nos hace vibrar con más vida (y con más respeto hacia la vida de otros seres).